Hoy hablamos de Loïe Fuller, maestra y leyenda de las artes escénicas en la Belle Èpoque, y esto fue posible gracias a su ingenio y su exuberante y destacado vestido blanco, como ella misma dijo: “No soy nadie sin mi vestido”. Ella creó magia y nos fascina.
Nos encanta la Belle Époque, fue un período único, que recordemos se desarrolló en París a principios del siglo XX donde comenzaron los grandes cambios que se desarrollarían en el “Siglo de la Vanguardias” con el nacimiento del cine, la alta costura francesa o el desarrollo de nuevas tecnologías. Pero si por algo es recordado este periodo es, sin duda, por sus artísticos, viciosos y vanguardistas espectáculos nocturnos . Este es el escenario donde debemos situar a nuestra figura de hoy, Loïe Fuller, la bailarina que reinventó la danza contemporánea.
En esta época nació la estadounidense que quería ser artista y se convirtió en una revolucionaria en el ambiente artístico y científico del momento. Fue bailarina, coreógrafa, inventora, iluminadora artística, escritora, modelo, productora y actriz. Una mujer que fue admirada por pintores, escultores, cineastas y científicos. Además, de maestra y rival de la gran Isadora Duncan.
Su creatividad y curiosidad, antes de hacerse famosa, parecían no tener límites. Pero los medios con los que contaba eran bastante escasos. Era una mujer, sin apenas derechos, y se dedicaba al mundo del espectáculo. Sin embargo, tuvo el valor de viajar a París a luchar por su sueño.
Su espectáculo más famoso se llamaba baile serpentina. Para ejecutarlo, Loïe Fuller llevaba un vestido de seda blanca, de nada menos que 350 metros, y en ambas manos, dos cañas de bambú. A ritmo de música clásica, a veces incluso sin música, empezaba a bailar, moviendo enérgicamente los brazos, formando literalmente una serpentina. Sin embargo, lo revolucionario no fue solamente eso, sino la iluminación. Cada vez que hacía un movimiento, el color de la luz cambiaba. Una idea muy original, inventar una coreografía sencilla, combinada con luces de colores y crear así ilusiones ópticas. Nadie en París lo hacía. Su fama fue creciendo, a la vez que sus coreografías se hacían más complejas, llegando a crear hasta 130 coreografías diferentes
No solamente artistas parisinos como Auguste Rodin o Toulouse-Lautrec admiraron a esta mujer, que nunca se estaba quieta, y que llegó a posar para ellos. También los inventores del cinematógrafo, los hermanos Lumière filmaron varios de sus bailes en solitario. Además, fue amiga del ilusionista y director de cine George Méliès. De la misma manera, se ganó el reconocimiento de científicos tan famosos como Marie y Pierre Curie ya que sus ideas sobre técnicas lumínicas atrajo a esta pareja de Premio Nobel. Como veis, su círculo íntimo de amigos era muy variopinto y nada aburrido.
He hecho una selección de mis imágenes favoritas, que no son muchas, y de la película La Bailarina sobre Fuller de 2016. Espero que os gusten.
Info de Khronos Historia.