Isabel de Baviera, emperatriz austriaca, marcó el fin del siglo XIX. Sus manías, estilo y excentricidades, la convirtieron en una influencer de su época. Sisi, lideró el mundo de la moda en su época con su gracia natural y su porte esbelto (alta para la época, 1,72 m).
Algunos de sus estilismos más famosos aparecieron en las películas del director austriaco Ernst Marischka de 1955. Romy Schneider la interpretó en el cine y la convirtió en una leyenda, si bien, la historia de la película dista mucho de la realidad.
Me encanta resaltar estas facetas de la emperatriz:
– Fue clienta de los máximos exponentes de la Alta Costura parisina. Como otras royals de la época, tal y como fue el caso de Eugenia de Montijo, Isabel de Austria se convirtió en una de las mejores clientas de Charles Frederick Worth, el británico que había fundado los principios de la couture parisina en París en 1852. Fue con Worth cuando el dictado de la moda pasó de las reinas y princesas a los modistos, por lo tanto algo pionero en el momento.
– Puso de moda el ahora llamado escote «Bardot», una suerte de escote de barco bajo que no cubre los hombros y que tanto popularizó la actriz francesa en los años 50 y 60. Para la época, se trataba de un escote osado y poco visto.
– Estaba obsesionada con su imagen y su delgadez. Aparentemente anoréxica según se cuenta, Sisi tomaba proteínas en exceso, además mandaba elaborar un caldo con ellas que tomaba a lo largo de todo el día. La delgadez, hasta entonces vista como una tara de los menos favorecidos más que como una ventaja, se puso de moda en su Imperio. Con todo y con ello, tardaba entorno a una hora en «meterse» en sus corsés extremos.
– Obsesión con su cabello. Como si de una loca de la peluquería actual se tratase, Isabel de Austria se ocupaba permanentemente de su pelo. Ungüentos, lociones, sesiones diarias de tres horas de peinado y recargados apliques de perlas y pedrería, se ocupaban que su larguísima melena – se dice que le llegaba a la cadera- luciera resplandeciente.
– Vestidos con pedrería y dibujos. Uno de sus vestidos más conocidos fue el de la ceremonia de coronación como reina de Hungría y Bohemia en 1867, en terciopelo blanco -su color favorito- con apliques dorados, obra de Worth. En otras ocasiones, las perlas, las estrellas y los dibujos de flores pintados a mano decoraban sus majestuosos atuendos.
-Vigorexia. Amante de los viajes y de la naturaleza, algo muy moderno en aquel momento, Sisi tenía un enorme afán por mantenerse en forma. Hacía ejercicio varias veces al día, andaba durante horas, montaba a caballo e incluso llevaba en sus viajes aparatos gimnásticos para no perder la rutina. Puso de moda los cuerpos esbeltos y tonificados en las féminas.
-Joyas. La emperatriz, si bien era natural y deportista, era también muy aficionada a las joyas, de las que poseía una envidiable colección. Le gustaba llevar coronas y tiaras de gran valor, así como detalles de orfebrería para decorar su pelo, como las dos docenas de estrellas de perlas y diamantes que encargó a los joyeros vieneses Köchert y Pioté.
¿ Qué te ha parecido su historia como influencer?






























