FLASH VESTUARIO DE CINE. LA INOLVIDABLE “MEMORIAS DE UNA GEISHA.”

Es una de mis películas/ libros favorito, reconozco que me marcó tanto su cultura y estética que hizo que me enamorara de Japón.

Basada en la exitosa novela de Arthur Golden, la película Memorias de una geisha (2005) está dirigida por Rob Marshall.

Ambientada en la época dorada de las geishas, cuenta la historia Chiyo, una niña de procedencia humilde, que es vendida a una casa de geishas. Allí aprenderá, de la mano de su mentora Mameha, el oficio de esta enigmática profesión. Deberá hacer frente a su rival Hatsumono para convertirse en la geisha Sayuri, aprendiendo además a controlar sus sentimientos hacia el hombre con el que tuvo un encuentro casual de niña y al que no ha podido olvidar.

El maravilloso trabajo que hizo la diseñadora Colleen Atwood (Chicago, The Tourist, Alicia en el país de las maravillas) le valió el oscar al mejor diseño de vestuario en 2006.

Atwoood tomó referencias de la cultura japonesa de 1920 a 1940; visitó Kyoto , investigó en los archivos del Instituto de la moda de Tokio y fue a las fábricas de kimonos y obis para finalmente confeccionar, junto a un equipo de 30 personas, más de 250 kimonos. Los que vestían los personajes secundarios fueron alquilados e incluso comprados a través de eBay, como ocurrió con unos antiguos. Típicamente se tarda un año en tejer un kimono en Japón; para la película se necesitaron apenas un par de semanas.

La palabra kimono significa “vestido”. Hay que distinguir dos tipos: el de una maiko (aprendiz de geisha) con telas de seda bordadas y colores llamativos; y el de geisha, un poco más discreto. Las mangas de un kimono de maiko son largas y se van recortando según evoluciona su aprendizaje, llevando motivos decorativos en el dorso en función de la experiencia, siendo su cuello rojo. Las geishas lucen colores lisos o estampados menos llamativos  y, al igual que las maikos, eligen el kimono según la estación del año. El cuello es de color blanco y la banda de la parte baja del kimono, rosa.
El obi, en el atuendo de una geisha, es un cinturón ancho que sirve para reforzar la espalda, sujetándose por una cuerda llamada Obi-Jime.

El kimono es una prenda sencilla de ocho metros de tela, pero sus capas rectangulares y la técnica de tinte de la seda (Shibori) lo convierten en una obra maestra, pues requiere mucho esfuerzo, ya que se tiñe la tela con puntos. No hay que olvidar que los kimonos de las maikos y geishas son más largos que los kimonos normales. Como dije antes, el estampado cambia con respecto a los meses del año, al igual que las capas del kimono.

En Memorias de una geisha, la diseñadora se tomó ciertas libertades a la hora de confeccionar el vestuario, aunque sí mantuvo motivos típicos como la flor del cerezo, utilizado en primavera, o las hojas de árboles en otoño.

Las actrices, ayudadas por dos personas, tardaban una hora en vestirse. Una vez  más, la gama de colores diferencia el carácter de los personajes. Para Sayuri, personaje vinculado al agua del río, se emplearon kimonos con tonos acuáticos y tonos claros. Para Colleen Atwood, el mejor fue el que Sayuri luce al final, en color azul y gris, con una cascada fluyendo hasta el dobladillo.La transformación del personaje de Sayuri también se refleja en la evolución de su ropa. Comenzó en su infancia con telas grises de algodón para terminar luciendo kimonos de seda en muchas gamas de colores.

Mameha adopta a Chiyo (Sayuri, de pequeña) como maiko y ejerce de mentora para que aprenda a ser una geisha. Viste de forma elegante, con colores tenues reflejo de su carácter sosegado y tranquilo.

La rival con la que tiene que competir Sayuri se llama Hatsumono. El vestuario de ésta refleja su carácter altivo: colores oscuros y estampados fuertes; en muchas ocasiones kimonos rojos. Incluso el largo de sus mangas, que no se adapta al kimono tradicional, es una manera de evidenciar su prepotencia. La diseñadora Colleen Atwood le dio un toque más moderno al personaje de Hatsumono; el abrigo negro con cuello de chinchilla que luce en la película es uno de los favoritos de la diseñadora: “Tomé el patrón de los dibujos de una pieza vintage que conseguí en Londres y lo hice bordar en una seda similar; después le añadí la piel y lo forré en terciopelo, algo que no se hacía en Japón para entonces. Una geisha verdadera jamás luciría algo tan llamativo, pero era divertido y pensé que sería hermoso”.

A lo largo de la película se muestra la formación que sigue una maiko para convertirse en geisha y dominar todas las artes: baile, canto, literatura, teatro, ritual del té,…de ahí el origen de la palabra “geisha”: “gei” en japonés significa “arte”.

Una de las escenas más difíciles de rodar fue la del baile, en el que la actriz que interpreta a Sayuri tuvo que alzarse en unas plataformas de 20 cm de alto diseñadas por Deborah Ambrosino. Sayuri interpreta en el escenario a una chica que sufre el abandono de un hombre y se vuelve loca. Colleen Atwood quiso reflejar la dureza del momento confeccionando un kimono de seda en blanco plateado, con mangas forradas de color rojo.

En Memorias de una geisha se cuidaron todos los detalles y siempre se tuvo en cuenta la creatividad de la diseñadora, que personalizó cada traje de los personajes principales. La película ilustra la llegada de la cultura occidental a Japón en la Segunda Guerra Mundial; Atwood la refleja en el personaje de Calabaza, reflejando un estilo de los años 40.

El vestuario es una joya visual.

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